…autorretratos…

Ando con mi cámara fotográfica calle arriba y calle abajo. Es una Canon Rebel, nombre muy apropiado para mi condición. Le tomo fotos a todo lo que se me cruce; la memoria de mi iPad hecha humo y ya no aguanta tanta imagen. Además compré un zoom de 70-300 mm con el que podré captar poses y expresiones de gente cualquiera con mi mejor estilo de detective privado o stalker, sin intimidarlos en eso que estén llevando a cabo. Pero eso será tema para el próximo apartado.

Hoy trabajo los autorretratos. Tomarse fotos (buenas) es jodido. No estoy hablando de las que se toma la gente con el teléfono celular, estirando el brazo y siempre con la misma sonrisa y pose, las que suben al Facebook o al Twitter. Quiero captar quien soy, lo que soy.
En fin, jugando con los botones y diales de mi cámara, (jamás leo los manuales de instrucciones), descubrí que tiene un temporizador (¡Alabado sea el Señor!) con el que puedo tomar fotos de mi misma, sin depender de la visión y cuadre de otros.
Captar detalles de mi cara es la sesión de autocrítica por excelencia, que muchas veces es más dura que las de quienes me ven a diario. He borrado decenas de fotos que me han tomado y que dicen salí bellísima, pues me parece que mi nariz es muy grande, que el pelo no me quedó con quería. Por alguna extraña razón la cara en la foto no concuerda con la que veo en el espejo. También tiendo a posar en demasía. En fin sigo practicando.

Sin embargo he descubierto que el autorretrato no necesariamente debe reflejar un rostro, a veces un detalle propio o un instante de soledad captado tras la lente es suficiente para fijar una memoria.

20130731-060006.jpg

Deja un comentario